Reto 1 " la brecha de género en los cuidados familiares"
El 28 de julio de este año, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones publicaba la siguiente noticia:
Dato muy llamativo sin duda el de la “brecha de género” al comprobar que el número de excedencias que se han solicitado en el primer semestre de este año han sido 24.942 de las cuales 21.089 corresponden a mujeres, (el 84,5% ) frente a las 3.853 que corresponden a hombres, lo que equivale al 15,4%.
Sin duda es la brecha mas profunda. Basta con echar un ojo a estos datos para comprobar que, de todos los prejuicios de género pendientes de superar, el reparto de las tareas de los cuidados es uno de los mas evidentes. Los datos y la mayoría de las estadísticas arrojan la misma conclusión: y es que el trabajo doméstico y los cuidados familiares siguen recayendo sobre los hombros de las mujeres.
La renta de las familias, los precios de los servicios, la
congelación de los salarios, el encarecimiento de la cesta de la compra, las cuotas de las guarderías, colegios y
comedores entre otras muchas cosas, reducen las posibilidades de los hogares a la hora de poder contratar a otras personas para que se encarguen de sus hijos o
familiares mientras están trabajando, y en la mayoría de los casos hace preferible que sea la mujer la que abandone el puesto de trabajo para ocuparse personalmente del cuidado de los
familiares.
Al final nos encontramos con que a muchas familias les resulta mas rentable no pagar una guardería privada y pedir una excedencia. Y a la vista está el resultado final: las excedencias las siguen cogiendo las madres en mayor medida que los padres porque son ellas las que tienen los trabajos mas precarios y los salarios más bajos y porque desde que somos niñas nos adjudican la tarea de la función reproductiva la cual incluye las tareas domésticas y la atención del hogar, y el cuidado de los hijos e hijas y de la familia.
Esta falta de corresponsabilidad acentúa la brecha de género
ya que la mujer es la que tiene que dejar aparcada su carrera profesional y sus
ingresos, lo cual se verá reflejado a largo plazo, en el momento de solicitar
su futura pensión. Si en una familia, la mujer es la que tiene el sueldo más
bajo, lo más razonable es que sea ella la que pida la excedencia y abandone
temporalmente su puesto, aunque eso le suponga perder autonomía y paralizar su
carrera profesional.
También es cierto que los hombres se van incorporando a las tareas domésticas y al cuidado de la familia, pero la mayoría de las veces lo hacen desde una actitud de ayuda, no de corresponsabilidad. Por ejemplo, estamos acostumbrados a que un hombre le pregunte a su esposa ¿Quieres que recoja la ropa?,¿te ayudo a preparar la comida?, ¿Recojo yo a los niños? Y, al contrario, esta idea también se manifiesta en las mujeres cuando nosotras mismas decimos frases como: “tengo mucha suerte porque mi marido me ayuda en las tareas del hogar y se encarga de los niños”.
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